En la última década, las estrategias internacionales de conservación de los océanos han cambiado radicalmente. Cada vez más, los proyectos de conservación se basan en obtener beneficios a través de los mercados financieros y, por tanto, su objetivo es proporcionar a los inversores rendimientos lucrativos. Muchos se refieren a esto como la “financiación azul”, que cuenta con un creciente apoyo internacional, y se considera un modo forma fundamental de salvar un imaginado déficit de financiación para salvar la biodiversidad marina. Lo que puede entenderse como la financiarización de la conservación ha dado lugar a los llamados instrumentos financieros innovadores, como los bonos azules y los canjes de deuda por océano.
[Nyéléni]Los bonos azules se basan en una serie anterior de los llamados bonos “verdes” o “sociales”. La premisa básica es captar capital en el mercado internacional de bonos, pero con la condición de que el dinero se gaste en resultados verdes y/o prosociales. La pregunta obvia es quién define lo que es verde y social, y quién comprueba que el dinero se ha gastado en intervenciones verdes y sociales. Esta cuestión es muy controvertida. En 2018, con ayuda del Banco Mundial, el Gobierno de las Seychelles emitió el primer bono azul del mundo. Se describió como un bono destinado a apoyar la conservación de los océanos y el desarrollo de la economía azul. En realidad, es un ejemplo de lo que se conoce como “financiación mixta”, en la que los fondos públicos (es decir, la ayuda al desarrollo) se utilizan para facilitar las inversiones del sector privado.
Un canje de deuda consiste básicamente en que un acreedor (la organización que ha prestado dinero al gobierno de un país en desarrollo) acepte renunciar a una parte de lo que se le adeuda. El ahorro que esto supone para el país en desarrollo se destina a la conservación. Esto parece sencillo. Sin embargo, los mecanismos pueden ser muy complejos y cada canje de deuda por naturaleza es único en su estructura.
Se considera que la financiación azul está empezando. Sin embargo, ya hay organizaciones de conservación estadounidenses, encabezadas por The Nature Conservancy, que han refinanciado más de 2.500 millones de dólares de canjes de deuda por océanos en sólo cinco países. También se está buscando un bono azul para la Iniciativa de la Gran Muralla Azul de la ONU.
Transacciones financieras opacas
A pesar del apoyo internacional a la financiación azúl, que está estrechamente alineada con las aspiraciones globales del objetivo de biodiversidad 30x30, hay varias razones por las que los bonos azules y los canjes de deuda plantean riesgos para los pequeños productores de alimentos. Pueden ser transacciones financieras opacas que manipulan las deudas de los países del Sur, dando lugar a una transferencia de riqueza y poder a organizaciones conservacionistas estadounidenses que no rinden cuentas, y que ahora trabajan en estrecha colaboración con empresas de inversión y el sector bancario. Afianzan aún más la visión temeraria de que salvar la naturaleza debe producir beneficios interminables para el sector privado.
La falta de financiación no es la causa principal de las crisis climática y de biodiversidad, que son crisis de opulencia y de especulación a corto plazo, problemas existenciales impulsados por unos mercados financieros mundiales escasamente regulados. Así pues, las soluciones duraderas que promuevan los medios de vida y la soberanía alimentaria deben surgir del cambio político y cultural, no de la manipulación de la deuda.
Más información sobre financiación azul en https://www.tni.org/en/publication/ blue-finance.