Javier Guzman: «Ministro Carlos Cuerpo, no nos venda la moto del acuerdo UE-Mercosur»
A uno y otro lado del océano, las organizaciones agrarias, ecologistas y sociales sabemos que el efecto de este tratado será devastador para la agricultura social.
* Javier Guzmán es director de Justicia Alimentaria
[El Salto]El pasado jueves, el Ministerio de Economía, Carlos Cuerpo, difundió un comunicado de prensa alabando las bondades y beneficios que traerá el acuerdo comercial con Mercosur para el sector agrario. Nos toman el pelo, nos dicen que las organizaciones agrarias, ecologistas y sociales que estamos en contra, no lo hemos entendido bien. Casi le faltó decir que no tenemos entendederas suficientes.
Pero, afortunadamente, sabemos sumar, y miren, lo pongan como lo pongan, a uno y otro lado del océano sabemos que el efecto será devastador para la agricultura social, aquella de pequeña y mediana escala. Aquella que custodia y protege el territorio y mantiene los pueblos vivos. Lo hemos dicho en numerosas ocasiones, no podemos caer en su narrativa, que no es sino una trampa, porque no son los sectores sino los actores. En el caso de la agricultura y alimentación, decir que algunos sectores alimentarios españoles van a salir ganando y otros quizás perdiendo, esconde que en realidad toda la producción agroalimentaria familiar, de pequeña escala, de producciones agroecosistémicas, que desarrollan la economía local y se enraízan en los territorios donde operan, va a salir perdiendo.
Pero vayamos punto por punto. Primero dicen que para los sectores agrarios y ganaderos sensibles, (como si hubiera los que no), hay restricciones a la importación. En concreto carne de vacuno, de ave de corral o azúcar. Para estos sectores se limita la apertura del mercado europeo a través de contingentes arancelarios que permitirán importar de manera preferencial unas cantidades restringidas de productos, que apenas representan una pequeña parte del consumo de los mismos en la UE. Pero más allá de las voluntades y cuentos chinos, las cifras escritas en los acuerdos son por ejemplo en el caso del pollo, se permitiría la importación sin derechos de aduana de 180.000 toneladas.
Se nos dice que no pasa nada, que tranquilidad, que la producción europea supera los 13 millones de toneladas, por lo que representaría el 1,2% de los pollos criados en Europa. En el caso de la carne vacuna, se importarían 99.000 toneladas. Y dicho así parecería que es poco, pero si miramos alrededor, veremos que además de este acuerdo hay otros nueve ya ratificados o en discusión entre Europa y Nueva Zelanda, Canadá, etc. A esto hay que sumar que la realidad de estos acuerdos es que año tras año van renegociando y aumentando los volúmenes de toneladas. Pero hay más: en un mercado tan extremadamente volátil, especulativo y con unos márgenes tan estrechos como el de la carne industrial, una perturbación de solamente un 1,2% puede provocar un auténtico seísmo en el sector. Esto es como el clima, el aumento de solamente 1,5 grados en la temperatura media el planeta va a tener unos efectos inmensos. Y lo que sirve para el clima sirve para el pollo, el bovino o el cerdo. Y lo que sirve para la carne sirve para los lácteos. Y lo que sirve para los lácteos sirve para las frutas y, en especial, los cítricos.
«¿Pueden estar tranquilos en Valencia? Pues teniendo en cuenta que Brasil es el principal productor mundial de naranja y rey absoluto de la exportación mundial de zumo de naranja, nos debería preocupar»
Y si no queda claro, ahora miren en un sector que dicen que no es sensible al acuerdo, como es la producción de naranja. ¿Pueden estar tranquilos en Valencia? Pues teniendo en cuenta que por ejemplo Brasil es el principal productor mundial de naranja y de zumo de naranja y también el rey absoluto de la exportación mundial de zumo de naranja, nos debería preocupar, porque sus costes de producción además son muchos menores. Más del 70% del zumo de naranja mundial es de origen brasileño. Por si fuera poco, Argentina está en el top diez mundial de exportadores de naranja y otros cítricos, mejorando su posición año a año.
¿Y esto del zumo importa? Pues vean, el 20-25% de toda la naranja producida en España se destina a zumo. Y es importante porque es un elemento estabilizador del precio de la naranja en fresco, existe una conexión directa entre el zumo de naranja y el precio de la naranja en fresco (en parte porque lo que se destina a zumo es naranja producida en exceso que no se puede colocar en fresco). Es decir, el zumo es mecanismo regulador del mercado de fresco. Si ahora Brasil llena el mercado de zumo de naranja (que es lo que va a pasar porque el arancel va a pasar de un 12,8% a cero) ello va a repercutir directamente sobre el precio de la naranja fresca. Y lo que veremos en los papeles de los defensores del acuerdo es que la naranja está protegida, pero lo que no veremos es que el zumo no y que es resultado es el desastre. Así funcionan estas cosas. El demonio se esconde en los detalles dicen y quien más lo sabe son los equipos negociadores y los que redactan la letra final (la pequeña y la grande) de estos acuerdos.
«¿O es que alguien se cree que la liberalización del 86% de los productos agrícolas es una oportunidad para el sector familiar y de pequeña escala? Por favor, seamos serios»
Lo que sirve para los cítricos sirve para elementos tan, en teoría alejados de las discusiones publicadas, como la miel. Sector que está siendo torpedeado con importaciones masivas pero que ahora verá como se abre un agujero enorme vía Mercosur. Y lo que sirve para la miel sirve para los productos pesqueros. Y así un sinfín de productos agroganaderos. ¿O es que alguien se cree que la liberalización del 86% de los productos agrícolas es una oportunidad para el sector familiar y de pequeña escala? Por favor, seamos serios.
Pero si incluso el Banco de España en un texto de hace unos meses indicó que el índice de competitividad del Mercosur para los productos ganaderos, agrícolas y de industria alimentaria es 10 veces mejor que el Europeo. Que el país europeo más expuesto a la competencia agrícola del Mercosur es, junto con Grecia, justamente, España. Pero si solamente hace falta mirar la documentación de la propia UE (la poquísima que nos dejan ver) sobre impactos de este acuerdo para ver la magnitud de la tragedia en pérdida de explotaciones agrícolas familiares, ingresos en origen o destrucción de la economía agroganadera local, para echarse las manos a la cabeza y los pies a la calle para intentar parar esta aberración contra el medio ambiente, la salud, el campesinado familiar y la alimentación de pequeña escala.
«La materia prima se va a fabricar directamente en estos países, se acabó el exportar solo los componentes del pienso»
Volviendo a los productos ganaderos: Brasil y Argentina nos suministraban hasta ahora dos de los componentes esenciales de la ganadería industrial (cereal y soja), pero ahora, con las ventanas europeas por fin abiertas al producto final ya ensamblado (la carne o la leche), va a suceder lo que las corporaciones del sector llevan tiempo preparando: la materia prima se va a fabricar directamente en estos países, se acabó el exportar solo los componentes del pienso.
Seguramente la única cosa con la que podemos estar de acuerdo con la nota de prensa del Ministerio de Agricultura es cuando dice que “se configura como una plataforma determinante para que el sector exportador agroalimentario y pesquero afiance su posicionamiento en el mercado latinoamericano”. Igual sí. Para el sector agroexportador igual sí. Para los actores globales agroganaderos igual sí. Para las corporaciones que tienen intereses en los dos lados del atlántico igual sí. Para aquellos actores económicos que basan su negocio en el import-export igual sí. Para aquella gran industria alimentaria que va a poder comprar mucho más baratas las materias primas que incorporan a sus productos procesados y ultraprocesados que luego nos van a colocar en los supermercados del Estado, igual sí.
«El acuerdo de Mercosur supone la puntilla para un modelo de producción europea. Y saben que esto acabará con los agricultores y ganaderos, pero es el precio a pagar»
Para el resto es el desastre total. Otro aspecto extremadamente peligroso de estos acuerdos es su secretismo, oscurantismo y falta de control ciudadano. No solamente se acuerdan a espaldas de la población, sin que se hagan públicos los informes de impacto, informes independientes y detallados, sino que una vez dada la luz verde al acuerdo marco, llega el momento realmente importante y son los detalles. Y los detalles se redactan lejos de las luces, de las cámaras y de los micros. ¿Quien, en base a qué y en nombre de quien se están redactando aspectos tan claves para la alimentación, el medio ambiente o la salud de la población europea? El acuerdo de Mercosur supone la puntilla para un modelo de producción europea, que va viendo como Europa está abriendo sus mercados a productos más baratos, y con menos controles. Y saben que esto acabará con los agricultores y ganaderos, pero es el precio a pagar.
La geopolítica es un actor tan clave en la economía como la plusvalía. La económica europea está en jaque y necesita como el respirar nuevos mercados y ha decidido entregar totalmente a su sector primario para poder colocar aquellos productos y servicios para los que sí es competitivo y que se están quedando sin mercado. No es que sea vox pópuli, es que solamente hace falta mirar una tabla de competitividad por sectores de la UE y el Mercosur para verlo cristalino.
La realidad es que el acuerdo UE- Mercosur (como todos los tratados de libre comercio por otra parte) se entienden mucho mejor si desplazamos el eje de los países o sectores al de tipos de modelos productivos.
«La mirada de los acuerdos de libre comercio como una competición entre países es falsa, es una competición entre diferentes tipos de actores económicos»
Es decir, que no gana ni pierde España, Alemania, Argentina o Brasil, ganan determinados actores de España, Alemania, Argentina o Brasil y pierden otros de esos mismos países. La mirada de los acuerdos de libre comercio como una competición entre países es falsa, es una competición entre diferentes tipos de actores económicos, entre modelos socioeconómicos con atributos laborales, ambientales y sociales muy distintos.
Así que Sr. ministro, no nos tome por tontos. Se trata de un acuerdo devastador para el medio rural y para nuestra salud, y eso sí, estamos de acuerdo con usted, para las grandes corporaciones transnacionales, pero sólo para ellas.