Helena Moreno González
- Greenpeaceko nekazaritza eta elikadura-sistema iraunkorren arduraduna.
Nekazaritzako ingeniaria Madrilgo Politeknikan, baliabideetan, nekazaritza-sistemetan eta garapenean espezialitatea Montpellier SupAgroko Unibertsitatean -
[Greenpeace / Argazkia: Otxantegi Herri Lurra]
Las protestas legítimas de algunos agricultores han recibido la peor respuesta posible desde Bruselas. Mientras el campo sufre ya el impacto de la crisis climática y de biodiversidad, la UE desmantela las escasas y tímidas normas que podrían haber ayudado a los agricultores a proteger sus suelos, sus aguas, sus polinizadores, su economía o su salud.
Un mes de movilizaciones agrarias en Europa y la respuesta política para acallar las protestas ha sido tirar por tierra las mínimas medidas ambientales que estaban sobre la mesa.
¿Acaso no hemos entendido el problema? No es la normativa derivada del Pacto Verde Europeo –que ya estaba bastante descafeinada– la que está llevando a la ruina al sector agrícola: es la crisis climática y de biodiversidad, provocada por las grandes corporaciones que siguen esquilmando los recursos de la Tierra y un modelo que ahoga a los pequeños y medianos productores.
«No es la normativa derivada del Pacto Verde Europeo – que ya estaba bastante descafeinada – la que está llevando a la ruina al sector agrícola: es la crisis climática y de biodiversidad, provocada por las grandes corporaciones y un modelo que ahoga a los pequeños productores»
En el 2020 la Comisión Europea presentó el Pacto verde europeo, un paraguas de políticas que convertirían a Europa en climáticamente neutra en 2050. Europa se abanderaba líder mundial de la acción por el clima y la transición ecológica para poner freno al calentamiento global. Este Pacto planteaba dos estrategias ambiciosas y necesarias para la adaptación y mitigación en cuestiones agrarias y alimentarias: la Estrategia de Biodiversidad, y la Estrategia De La Granja la Mesa. Sin embargo, 4 años después, con la crisis climática y de biodiversidad más intensificada y afectando directamente al campo y a nuestros bolsillos, nos encontramos con un nefasto resultado.
De La Granja A La Mesa
La estrategia de la Granja a la Mesa, que pretendía hacer más sostenible la alimentación europea, transformando la producción, la distribución y el consumo, apenas se ha llevado a cabo. Como señala un reciente análisis, de las 31 medidas prometidas en el marco de la iniciativa, 15 no se han puesto en marcha. Es probable que más de dos tercios de la estrategia quede inconclusa antes de la toma de posesión de la nueva Comisión en noviembre, ya que los legisladores siguen debatiendo las normas: “si la estrategia fuera una comida, no habríamos ni empezado con los entrantes…”.
«Como si de un cambio de dirección se tratara, las normativas europeas están virando hacia una agricultura y ganadería industrial y de gran escala, dejando atrás la promesa de la necesaria transición hacia un sistema alimentario más sostenible y justo»
Englobado por esta estrategia, el objetivo propuesto por la UE de reducir el uso de plaguicidas en un 50%, no aprobado en el Parlamento en noviembre, consumó su sentencia de muerte este febrero, para acallar las protestas de los agricultores. Sin embargo, esta retirada del reglamento por parte de la Comisión va a perjudicar principalmente a los propios agricultores, así como a los consumidores: los plaguicidas no solo contaminan el medioambiente, sino la salud de los agricultores: causan enfermedades neurodegenerativas y su uso está mermando el número de polinizadores y biodiversidad en Europa, necesarios para la agricultura.
Como si de un cambio de dirección se tratara, las normativas europeas están virando hacia una agricultura y ganadería industrial y de gran escala, dejando atrás la promesa de la necesaria transición hacia un sistema alimentario más sostenible y justo. Este es el recuento del desmantelamiento de esta necesaria transición:
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- El herbicida tóxico glifosato vuelve a estar autorizado en Europa por 10 años más, pese a las evidencias sobre sus riesgos.
- La ley europea de restauración de la naturaleza, recién aprobada, finalmente no impone ningún requisito a las zonas agrícolas de Europa.
- Las normas de la UE sobre contaminación procedente de instalaciones industriales excluyen por completo las explotaciones ganaderas de vacuno, incluso las más grandes, mientras vemos cómo aumenta la contaminación por nitratos en nuestros suelos y aguas subterráneas, hasta el punto de que España acaba den ser condenada por este motivo y cientos de miles de personas ya no pueden beber estas aguas por su contaminación.
- Las normas de la UE sobre contaminación aplicables a las mayores explotaciones porcinas y avícolas se han suavizado respecto a la propuesta de la Comisión Europea, mientras la ciencia nos advierte del riesgo de zoonosis y posibles pandemias por culpa de este modelo de producción.
- El proyecto de ley sobre un «sistema alimentario sostenible» se abandonó antes incluso de convertirse en una propuesta oficial de la UE, al igual que la prometida actualización de las normas sobre bienestar animal.
- La desregulación de los Nuevos Organismos Modificados Genéticamente, pendiente de aprobación en el Consejo, no ofrece suficiente protección contra la contaminación de los cultivos con nuevos OMG, obtenidos mediante las llamadas nuevas técnicas genómicas (NGT), e introduciría patentes sobre nuevos OMG, lo que supondría una pérdida de autonomía para los agricultores europeos.
De igual manera, las mínimas medidas “verdes” de la PAC, que aseguraban la viabilidad de la agricultura a corto, medio y largo plazo, en el contexto de emergencia climática, se van a simplificar. Esta condicionalidad verde o Buenas Condiciones Agrarias y Medioambientales (BCAM), prácticas a realizar por los agricultores para obtener las ayudas directas de la PAC, se han flexibilizado y se han puesto como voluntarias en vez de mejorar y reforzar su aplicación.
«Prácticas necesarias para la preservación del agua y los suelos, recursos básicos para la actividad agraria, han sido despriorizadas«
Algunas de estas medidas son las cubiertas vegetales, que permiten proteger el suelo de las sequías, de la erosión, y la pérdida de biodiversidad. O la rotación de cultivos, que permite suelos más fértiles y más biodiversidad agraria en la parcela, así como la prevención de plagas; y el barbecho, es decir, dejar descansar al suelo, para que este se pueda regenerar, y se pueda seguir cultivando. En resumen, prácticas necesarias para la preservación del agua y los suelos, recursos básicos para la actividad agraria, han sido despriorizadas.
«El discurso de agricultura contra ecologismo, y ecologismo contra agricultura, ya no vale. Los agricultores son los principales afectados por la crisis climática y de biodiversidad actual»
Lo único que se ha hecho es tirar por tierra los mínimos avances en materia medioambiental que se habían esbozado en políticas sobre agricultura y la alimentación. Mientras tanto, campan a sus anchas los verdaderos culpables de esta crisis para la pequeña y mediana agricultura: las normas, ayudas y fuerzas del mercado que solo favorecen a los más grandes.
El discurso de agricultura contra ecologismo, y ecologismo contra agricultura, ya no vale. Los agricultores son los principales afectados por la crisis climática y de biodiversidad actual. Ellas y ellos son los mejores aliados de la naturaleza cuando las normas, los mercados y las ayudas no les obligan a elegir entre la producción industrial o la quiebra. Hay que recompensar a los agricultores por producir alimentos en armonía con la naturaleza, pagándoles por los servicios ecosistémicos que aportan y no por la superficie que tienen, porque eso es un seguro a corto, medio y largo plazo para que puedan seguir realizando su actividad durante generaciones.
«Hay que recompensar a los agricultores por producir alimentos en armonía con la naturaleza, pagándoles por los servicios ecosistémicos que aportan y no por la superficie que tienen»