La primera Escuela de Agroecología Feminista de EHNE-Bizkaia ha sido un éxito tanto por la participación como por las aportaciones y debates surgidos. A lo largo de tres meses, mujeres baserritarras y mujeres interesadas en iniciar sus proyectos agroecológicos nos hemos reunido para abordar un sinfín de temáticas relacionadas con el sector y conocer las diferentes propuestas desde los sistemas agroecológicos y el feminismo baserritarra.
El curso ha estado dividido en cinco grandes bloques: baserritarras defensoras del feminismo campesino; el papel de las mujeres baserritarras en las organizaciones; mirada feminista a las políticas agrarias; agroecología y soberanía alimentaria; y prácticas. Todas las ponentes han sido mujeres baserritarras cercanas a ENHE Bizkaia, Etxalde ó que conforman Etxaldeko Emakumeak.
Visibilización y reconocimiento
Ya en las primeras jornadas deliberamos sobre la visibilización y el reconocimiento del liderazgo de las mujeres en la producción baserritarra. Ahí pusimos en común lo que nosotras conocemos de las diferentes propuestas feministas, clarificando cuál es la voz y cuáles los espacios en los que cómo mujeres baserritarras nos hemos sentido más identificadas, poniendo el acento en la importancia de ir creando y generando nuestro propio feminismo baserritarra. Constatamos, asimismo, un cambio sustancial en la estructura del campo: se ha pasado de los tradicionales espacios familiares en los caseríos a apuestas más colectivas en las que se reconoce con mayor intensidad la diversidad de personas que existen hoy en el mundo rural -personas migrantes, diversidad sexual y de género-.
En este mismo contexto, ha sido enriquecedor el posicionamiento y puesta en común de las necesidades, problemáticas y desafíos que nos encontramos como mujeres y que están muy vinculadas a los cuidados, las dobles jornadas, la precariedad y las desigualdades sociales. Ante una larga lista de desafíos, surgen respuestas basadas en la colectividad, en la corresponsabilidad en el trabajo de cuidado -integrándolo en los horarios laborales- y en la reivindicación ante las administraciones públicas de políticas que respondan a estas nuevas formas de organización laboral, así como al acceso de jóvenes, la visibilización del trabajo de las mujeres, el acceso a los recursos productivos y el reconocimiento de los sistemas agroecológicos como apuestas que dan vida al medio rural, que son sostenibles, que generan una alimentación sana y de cercanía y que ponen la vida en el centro estableciendo relaciones más equitativas e inclusivas.
Organizaciones y Administración
Ya en un segundo bloque de reflexiones, abordamos la historia de las organizaciones agrarias en Euskal Herria, el papel que las mujeres hemos jugado y jugamos en ellas, y cómo están organizadas las estructuras administrativas. Ante un sector ampliamente masculinizado, y donde se han asumido roles de género claros -donde las mujeres no participábamos en los espacios organizativos-, siempre ha habido mujeres que han roto con estos esquemas y que han tenido liderazgos importantes, apostando por modelos productivos más sostenibles.
Igualmente, concluimos que una organización agraria ha de ser un espacio para reivindicar las demandas de un sector que históricamente ha sido marginado ante las miradas urbano-centristas y mercantilistas generadas por las políticas públicas. En ese sentido, no ocultamos que estas organizaciones tienen ante sí el gran reto de visibilizar de forma más clara el papel y las demandas específicas que tenemos cómo mujeres baserritarras. Y verificamos de igual manera que las administraciones públicas, y a pesar de que teóricamente existen políticas a favor de las mujeres baserritarras, no responden a nuestra demanda de ser titulares y con voz propia, debido, quizá, a nuestra apuesta por modelos de producción distintos a los tradicionalmente normalizados.
Los modelos alimentarios
Posteriormente analizamos los sistemas alimentarios, cómo la globalización ha afectado a la producción baserritarra. Hicimos un recorrido histórico del impulso de los modelos alimentarios industrializados, donde los principales beneficios se quedan en las empresas distribuidoras. Desde una mirada global, identificamos que vivimos una crisis medioambiental y alimentaria como consecuencia de este modelo, que es, sin duda, priorizado desde las políticas públicas. Privilegiando la exportación y la producción industrial para cadenas agroalimentarias, se han dejado de lado las políticas de protección a las personas productoras, la producción sostenible y de cercanía, afectando tanto a nivel local como en lo global en otras regiones. Un ejemplo de ello ha sido la PAC, que en los últimos años ha tenido un fuerte impacto en la disminución del número de granjas, la pérdida de biodiversidad en las producciones...
Desde ahí profundizamos en el rol que juega La Vía Campesina, que, desde una mirada local- global, y protagonizada por organizaciones campesinas y personas trabajadores agrícolas de todo el mundo, apuesta por la soberanía alimentaria, por reconstruir los sistemas alimentarios sostenibles que parten de modelos agroecológicos y campesinos, que defienden los derechos del campesinado, visibilizando las demandas específicas desde las mujeres. En los ejes de La Vía Campesina se integra el feminismo campesino que está en continua construcción, y que se diferencia de otros feminismos creado desde las ciudades, caracterizándose por su carácter popular y cercanía con el ecofeminismo. Deliberamos también sobre la prioridad de generar articulaciones con otros movimientos sociales, especialmente el movimiento feminista, para el avance de estas propuestas que van mucho más allá del abordaje de las problemáticas de la parte productora, pues implican a toda la sociedad en general.
Ha sido muy interesante, igualmente, conocer los marcos legales que tenemos en Euskal Herria sobre los temas que hemos abordado. Así, estudiamos el Estatuto de las Mujeres Baserritarras, aprobado desde 2015 pero que la mayoría de nosotras desconocíamos. A pesar de ser un documento que reconoce nuestra realidad y genera propuestas significativas, no se ha desarrollado, ni tampoco divulgado entre nosotras. En él se reconoce la titularidad compartida, la participación de las mujeres en los puestos de toma de decisión en las organizaciones, los derechos sociales.., que son buenos puntos de partida pero que necesitan de medidas concretas de desarrollo para hacerlos efectivos.
Hora de las conclusiones
Finalmente, y como parte fundamental de los intercambios y del aprendizaje en el curso, visitamos granjas y fincas donde se abordaron prácticas como la fertilidad de la tierra, la elaboración de conservas, de quesos, de pan y de mostaza, además de conocer las huertas y bodegas. Fueron espacios donde vimos el camino recorrido por otras mujeres y comprobamos que, a pesar de las dificultades “otro modelo de producción es posible”.
En una larga sesión final, todas las mujeres que hemos participado en esta Escuela coincidimos en valorar la importancia de generar estos espacios entre nosotras, asumiéndolos como necesarios para compartir las dificultades que nos encontramos como mujeres que apuestan por vivir o instalarse en el medio rural con proyectos agroecológicos, ya sean individuales o colectivos. De esta forma, politizamos nuestra situación vital, confirmando que lo que le sucede a cada una no es un hecho aislado, sino que responde a cuestiones estructurales y sistémicas.
Para ENHE- Bizkaia esta escuela ha sido un salto cualitativo en la apuesta por el feminismo baserritarra, por acercar y aumentar la presencia de mujeres jóvenes que están apostando por la agroecología y por el medio rural con miradas transformadoras.