La mayoría sindical vasca hemos activado la reivindicación de un salario mínimo interprofesional adecuado a nuestra realidad socio económica. La garantía de un mismo salario interprofesional mínimo para el conjunto de la clase trabajadora impulsaría la incorporación de nuevas personas a la actividad agraria, dando respuesta a la priorización del relevo generacional.

Según la legislación vigente, se puede fijar mediante un acuerdo interprofesional entre sindicatos y patronal un salario mínimo propio, con el alcance y cuantía que se acuerde en la mesa de negociación. Y por otro lado, cabría la posibilidad de modificar el Estatuto de los Trabajadores mediante una iniciativa legislativa popular para que las instituciones de aquí (Gobierno Vasco y Gobierno de Navarra) tengan la competencia que les permita fijar un salario mínimo propio que responda a nuestra realidad.
La garantía de una renta mínima no es un concepto novedoso en materia agraria. Debemos recordar que en 1992 se adoptó la primera reforma a gran escala de la Política Agraria Comunitaria (PAC), pasando de un sistema de apoyo al mercado a una ayuda directa a la renta de las personas agricultoras. Se establecen por primera vez los pagos directos a la parte productora, en función de la superficie cultivada o del número de animales. Estamos hablando de las ayudas directas PAC del primer pilar, que, lejos de garantizar una renta digna a las baserritarras, ahondó en la desigualdad de los sectores de producción e insufló grandes cantidades de dinero público a personas que no ejercían la actividad agraria.
«Las sucesivas reformas de la PAC desvincularon esas ayudas de la producción agraria mediante sistemas de desacoplamiento, atendiendo a referencias de producción del pasado, materializando de facto una privatización encubierta de unas ayudas directas dirigidas a la renta de las baserritarras».
Las sucesivas reformas de la PAC desvincularon esas ayudas de la producción agraria mediante sistemas de desacoplamiento, atendiendo a referencias de producción del pasado, materializando de facto una privatización encubierta de unas ayudas directas dirigidas a la renta de las baserritarras.
En la actualidad, la fotografía del reparto de las ayudas directas de la PAC nos dice que el 10% de los y las solicitantes acaparan el 60% de las ayudas, y que en la actualidad más del 40% de las personas receptoras de estas ayudas están jubiladas. Una ayuda directa que, en su esencia, era un complemento de renta para las personas productoras, se ha convertido en una fuente de ingresos sin necesidad de producir. Y además podemos afirmar que la acaparación de estas ayudas PAC son el mayor obstáculo para la incorporación de nuevas personas a la actividad agraria.
«Defendemos un nuevo sistema que complemente la renta de las personas productoras hasta garantizar un salario mínimo, junto con la complementación pertinente a una pensión mínima para las personas baserritarras jubiladas»
Por lo tanto estamos hablando de que debemos cambiar de raíz este sistema por otro que impulse un salario digno para la actividad agraria. Un nuevo sistema que complemente la renta de las personas productoras hasta garantizar un salario mínimo, junto con la complementación pertinente a una pensión mínima para las personas baserritarras jubiladas. Un sistema de complementos sin distinciones según los sectores de producción (sería una manera de reparar la marginación de sectores como la horticultura) y no haya diferencias según escalas de producción.
Al mismo tiempo, la garantía de un mismo salario interprofesional mínimo para el conjunto de la clase trabajadora impulsaría de manera importante la incorporación de nuevas personas a la actividad agraria, con lo que también estaríamos dando respuesta a la priorización del relevo generacional en la producción agraria.
«La garantía de un mismo salario interprofesional mínimo para el conjunto de la clase trabajadora impulsaría de manera importante la incorporación de nuevas personas a la actividad agraria, con lo que también estaríamos dando respuesta a la priorización del relevo generacional en la producción agraria»
Somos conscientes de que es necesario un proceso de transición para llegar a satisfacer una cuantía ligada a nuestra realidad socio económica, pero no es aceptable que nuestros gobiernos locales se pongan de perfil y las patronales (CONFEBASK y ZEN) se nieguen incluso al debate.
No estamos inventando nada nuevo. En estados como Canadá, EEUU, Brasil o Alemania existen salarios mínimos de diferente cuantía. Es cuestión de voluntad política, y nuevamente la movilización va a ser crucial para romper actitudes inmovilistas.