CONCLUSIONES
1. Los tomates autóctonos y producidos de forma agroecológica, consumidos en circuitos de proximidad, tienen un menor impacto en la emisión de gases de efecto invernadero.
2. En este sentido, sería interesante recalcar que los proyectos productivos hidropónicos bajo invernadero calefactado que tratan de ampliar la temporada de tomate, aunque se encuentren en Euskal Herria, el gasto energético y la huella de carbono que suponen son significativamente mayores que el modelo almeriense.
3. Comer estacional es fundamental; si no, consumimos alimentos producidos a través de modelos de producción no sostenibles. En este sentido, se ratifica la necesidad de la concienciación social y la necesidad de impulsar consumos conscientes.
4. Por otro lado, los procesos sostenibles de producción y envasado de alimentos pueden minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero y, al mismo tiempo, proteger los recursos naturales. El uso de materiales de embalaje biodegradables o reciclables contribuyen a minimizar los residuos desechados en los vertederos. Esto se relaciona con el modelo de venta y consumo, debido a que una comercialización de proximidad de productos agroecológicos reduce drásticamente el consumo de energía y las emisiones de efecto invernadero.
5. Se pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mientras se alcanzan beneficios sociales, económicos y medioambientales:
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- llevando a cabo políticas que promuevan dietas saludables y sostenibles
- evitando el desperdicio alimentario
- acortando las cadenas de suministro de alimentos
- favoreciendo transiciones a la producción ecológica
- garantizando el derecho a acceder a alimentos saludables y sostenibles para todos.