Una investigación impulsada por EHNE Bizkaia demuestra que la agroecología reduce un 46% las emisiones

Una investigación, impulsada por EHNE Bizkaia y realizada por Asunek Behatokia y la Universidad de León, ha hecho un análisis comparativo de la emisión de carbono durante la producción de tomate en dos casos concretos: un proyecto agroecológico en Euskal Herria; y un invernadero intensivo en Almería. El resultado es contundente: el modelo agroecológico reduce las emisiones de gases de efecto invernadero en un 46%.

Análisis comparativo de la emisión de carbono a lo largo de todo el ciclo de vida del tomate

La investigación externa compara el consumo energético y las emisiones de CO2 en el ciclo de vida de un tomate consumido en Euskal Herria y producido en un modelo agroecológico local respecto a un tomate producido en invernaderos intensivos del sur de España.

El Acuerdo de París es un tratado internacional legalmente vinculante sobre el cambio climático adoptado en 2015 por 196 países en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21). Su objetivo general es mantener "el aumento de la temperatura media global muy por debajo de los 2°C por encima de los niveles preindustriales" y continuar los esfuerzos "para limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales".

Para conseguir este objetivo, la necesidad de transformar los Sistemas Alimentarios es un paso básico. Este estudio demuestra que los modelos agroecológicos pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 46%, por lo que la agroecología, además de producir beneficios sociales y económicos, es también un modelo idóneo en la lucha contra el cambio climático.

ESTUDIO

El estudio ha analizado la huella de carbono19 en dos casos:

    • un tomate producido de forma intensiva en invernaderos de Almería, que acabará en un comercio minorista/supermercado de Euskal Herria (modelo agroindustrial basado en monocultivo)
    • un tomate producido de forma ecológica en Euskal Herria y distribuido por medio de la venta directa (proyecto agroecológico basado en un modelo diversificado).

La unidad de análisis de referencia consiste en 1 kg de tomate fresco cosechado en todo su ciclo: producción, envasado, distribución y transporte (desde la cuna hasta el centro de distribución). En el caso de Almería, se han utilizado los datos secundarios recogidos en dos invernaderos de producción convencional/intensiva durante dos años consecutivos (2012- 2014). En el caso de Euskal Herria se han utilizado datos de primer nivel recogidos en una entrevista realizada a un proyecto agroecológico ubicado en Bizkaia. En este último caso, tomate producido en 320 m2 de invernadero durante una campaña concreta (marzo-octubre). En ambos casos hablamos de cultivos de tomate en invernaderos no calefactados.

Este análisis no ha tenido en cuenta las 3 últimas fases del Sistema Alimentario que se indican en la Figura 1: el gasto energético que supone la venta del tomate en el mercado minorista (no tiene nada que ver vender en una gran superficie o en un grupo de consumo), los gastos que se generan en el consumo y el nivel de despilfarro (también en este caso, el grado de concienciación de la persona que compra en un supermercado no es el mismo que el que compra en un grupo de consumo).

Eslabones de la cadena del sistema alimentario

 

RESULTADOS

› Consumo de energía no-renovable
Tomate - Consumo de energía no-renovable
La producción agroecológica de Euskal Herria consume un 46% menos de energía no-renovable que la de Almería.
› Huella de carbono: emisiones CO2 en total
Tomate - Huella de carbono
El tomate agroecológico de Euskal Herria genera un 38,5% menos de emisiones de carbono que el de Almería.
› Peso relativo
Tomate - Peso relativo
En el caso de Euskal Herria, aproximadamente el 70-80% de la energía no-renovable que consume en su conjunto y del carbono que emite se produce en la fase de “producción”.

 

CONCLUSIONES

1. Los tomates autóctonos y producidos de forma agroecológica, consumidos en circuitos de proximidad, tienen un menor impacto en la emisión de gases de efecto invernadero.

2. En este sentido, sería interesante recalcar que los proyectos productivos hidropónicos bajo invernadero calefactado que tratan de ampliar la temporada de tomate, aunque se encuentren en Euskal Herria, el gasto energético y la huella de carbono que suponen son significativamente mayores que el modelo almeriense.

3. Comer estacional es fundamental; si no, consumimos alimentos producidos a través de modelos de producción no sostenibles. En este sentido, se ratifica la necesidad de la concienciación social y la necesidad de impulsar consumos conscientes.

4. Por otro lado, los procesos sostenibles de producción y envasado de alimentos pueden minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero y, al mismo tiempo, proteger los recursos naturales. El uso de materiales de embalaje biodegradables o reciclables contribuyen a minimizar los residuos desechados en los vertederos. Esto se relaciona con el modelo de venta y consumo, debido a que una comercialización de proximidad de productos agroecológicos reduce drásticamente el consumo de energía y las emisiones de efecto invernadero.

5. Se pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mientras se alcanzan beneficios sociales, económicos y medioambientales:

    • llevando a cabo políticas que promuevan dietas saludables y sostenibles
    • evitando el desperdicio alimentario
    • acortando las cadenas de suministro de alimentos
    • favoreciendo transiciones a la producción ecológica
    • garantizando el derecho a acceder a alimentos saludables y sostenibles para todos.