Johanna Eckhardt estudió lingüística en la Universidad de Viena y en España. Trabajó en Austria, España y Francia como profesora de idiomas y en el sector turístico. En 2015, realizó unas prácticas en el equipo de política de semillas de ARCHE NOAH. Desde 2016, forma parte de la coalición europea No patents on seeds!, donde es coordinadora del proyecto, centrándose en la comunicación pública y el contacto con expertos de los Estados contratantes de la Oficina Europea de Patentes (OEP)
La última década ha visto un número creciente de solicitudes de patentes presentadas para plantas de cría convencional, como brócoli, tomates, melones, espinacas, lechuga, maíz, trigo y cebada. Estas patentes son una violación de la ley europea de patentes que prohíbe las patentes sobre variedades vegetales y mejora convencional. Son en su mayoría empresas internacionales del sector agroquímico las que están presentando estas patentes.
Con el fin de conseguir patentes sobre plantas de cría convencional, las empresas introducen a menudo una redacción específica en las solicitudes de patente, que sugiere el uso de procesos de ingeniería genética. Sin embargo, una mirada más cercana a las patentes muestra que, en la mayoría de los casos, estos métodos técnicos no se aplicaban y simplemente no eran necesarios para desarrollar las plantas deseadas. Por ejemplo, una solicitud de patente de Syngenta/ChemChina muestra que la empresa está intentando reivindicar unas 45.000 variaciones genéticas en parientes salvajes de la soja como invención propia (WO2022173659).
Otro ejemplo es una patente sobre maíz (EP 3380618) concedida a KWS utilizando líneas de maíz existentes. Curiosamente, en la patente se mencionan herramientas como CRISPR/ Cas. Sin embargo, no se aplicaron nuevas técnicas genómicas y tampoco son necesarias para obtener plantas que ya existen en la naturaleza. Este caso destaca cómo se abusa a menudo de CRISPR/Cas como herramienta dentro del sistema de patentes para apropiarse del control de los recursos genéticos de la diversidad biológica necesarios para la mejora tradicional de plantas. Esta patente crea un monopolio para el titular de la patente que, por tanto, puede intentar impedir que el resto de criadores utilicen estas variedades.
Estas patentes dificultan o bloquean el acceso a los recursos biológicos que necesitan otros obtentores para desarrollar nuevas características de las plantas y así adaptarse a los retos presentes y futuros. Más allá de esto, existe el riesgo de que los agricultores y nuestra futura seguridad alimentaria, así como la soberanía alimentaria se vean gravemente afectados. Como resultado, los criadores, agricultores y consumidores corren el riesgo de depender cada vez más de grandes empresas que pueden controlar el acceso a los recursos biológicos necesarios para su posterior reproducción. Es necesaria una acción política y un cambio de legislación urgente para detener estas patentes y proteger la soberanía alimentaria de Europa.